La semana pasada la primavera
despedía su estación en Sevilla con una ola de calor, la primera del verano
para nosotros como quien dice. Estos episodios, que se repetirán
concurridamente desde ahora hasta Septiembre, suelen traducirse en temperaturas
que alcanzan los 40 grados durante las horas centrales del día, dejando el
ambiente de la ciudad con una sensación de sobrecarga de calor hasta bien
entrada la madrugada. En esta ocasión, casi
cinco días. Creedme los que me leeis desde fuera de Sevilla cuando os
digo que en esos días solamente se sobrevive debajo de una buena máquina de aire acondicionado.
Pero en contra de lo que se
piense fuera de aquí, realmente la ciudad no se paraliza tanto en esos días: la
vida de todos nosotros continúa, por muchos 40 grados que marquen los
termómetros.
Precisamente Sábado tuve que ir
hasta la zona del centro por la tarde a hacer unos recados y mientras observaba
como la temperatura subía más y más conforme más me acercaba a la ciudad
pensaba en las pobres gentes que soportarían estas mismas temperaturas en esta
misma ciudad pero hace siglos, sin
ventiladores, aires acondicionados, helados y pantalones cortitos…Claro, claro!
Tampoco había coches, contaminación y asfalto por doquier, que efectivamente no
ayuda. Pensaron con la cabeza nuestros ancestros e idearon para Sevilla un
barrio entero de calles sumamente estrechas por donde apenas caben dos personas
corpulentas a la vez, y por donde tampoco es fácil que se filtre el sol y el
calor sea la hora del día que sea.
La antigua Judería de Sevilla,
hoy famoso barrio de Santa Cruz, es el atajo perfecto para llegar al centro en
una tarde de calígula.
Nada más adentrarte en este
laberinto se nota que la temperatura del ambiente baja unos cuantos grados, el
exceso de luminosidad disminuye y hasta te cambia el sentido del humor.
Esto, unido a las tiendecitas de
souvenirs que lo pueblan y la gran cantidad de oferta de bares y restaurantes
que hay por la zona, hace fácil que nos encontremos con turistas extranjeros a
cualquier hora. Y a mí, que siempre me siento un poquito “guiri” en Sevilla por
aquello de mi herencia canaria, me
encanta mezclarme con todo ese ambiente! Y, aunque conozco estos callejones
desde que soy una niña, me encanta pasear por ellos como si los descubriera por
primera vez.
La calle principal desemboca en
la Giralda, como no podía ser de otra manera! Y voilá, habremos llegado al
centro sin insolación mediante!
Os hago una promesa: Otro día,
antes de que acabe el verano, os hago una versión extendida de este mini tour,
que hoy estoy por aquí simplemente de paso.
Besos calurosos!
No hay comentarios:
Publicar un comentario