Hace un tiempo decidí que no iba
a preparar comidas fritas en casa. Deslumbrada por la idea de lo que me iba a
ahorrar en aceite, lo sano que iba a comer a diario y lo limpia que luciría la
cocina siempre sin casi esfuerzo alguno por mi parte, fue un auténtico dicho y
hecho. Aproveché la ocasión perfecta cuando la freidora que tenía se estropeó y
no miré atrás.
No es que fuera una decisión
ultra difícil de tomar para mí porque al fín y al cabo las comidas fritas no me
sientan demasiado bien, y si alguna vez quiero arriesgarme a tomar algo frito,
en Sevilla y alrededores tenemos unas freidurías estupendas. Todo eran ventajas
por todas partes.
Peeeeero, tuve una visión que
hizo que se tambaleara mi firme decisión de “En esta casa no se fríe”: la
tortilla de patatas.
Nooooo! Como iba a soportarlo? La
tortilla de patatas siempre había formado parte de mí: para desayunar, para
almorzar, para merendar, para cenar… Siempre ahí, igual de rica caliente o
fría, con cebolla frita o sin ella, en un tupper cortadita a trocitos o en un
bocata con mayonesa… Y lo ví claro, la tortilla de patatas era intocable, y
yo tenía que idear algo para hacer una
tortilla de patatas sin usar ni una triste sartén, o la triste sería yo.
Posiblemente lo que se me ocurrió
ya se le habrá ocurrido antes a otros muchos, pero os prometo que se me ocurrió
sin más y sin recurrir a San Google: Una tortilla de patatas hecha en el horno.
¿Cómo?
Los ingredientes que yo he
utilizado esta vez son estos:
Patatas ( ½ kg o un kilo, depende
del tamaño del molde de horno que vayáis a utilizar)
Huevos ( yo utilicé 6)
Sal
Un poco de aceite de oliva para
engrasar el molde
Y por si acaso el experimento
quedaba un poco sosainas, decidí añadir también a la receta un tomate y una
lata de champiñones, que la tortilla de patatas va bien con todo!
Y el proceso fue así:
Pelé las patatas y las corté en
cuadrados, no demasiado pequeños.
Luego las puse a hervir con agua y un poco de sal.
Mientras, fui batiendo los
huevos, añadiéndoles también un poco de sal, y fui picando el tomate y
preparando los champiñones.
Hay que vigilar las patatas, para
que no se cuezan demasiado o al sacarlas se nos desmenuzarán. Comprobé
pinchándolas con un tenedor que ya estaban listas, las aparté y las escurrí.
Luego y con cuidado de no
quemarme, corté un poco más as que ví más grandes.
Ligué las patatas, los tomates y
los champiñones con el huevo, mezclando todo bien. Y lo puse en un molde de
silicona, con vistas a que al terminar todo fuera más fácil desmoldarlo.
Introduje todo en el horno, aproximadamente
30/35 minutos a 180 grados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario