….Que no estaba muerta, que estaba tomando cañas….
Os he echado de menos. ¡Igual
vosotros a mí también! Pero necesitaba este paréntesis de inactividad bloguera,
y pensé que el verano podría ser un buen momento para recargar las pilas…y el
estómago!
No he parado de hacer cosas en
todas estas semanas que no habéis sabido nada de mí, y hasta he salido fuera de
Sevilla! A un par de sitios especiales para mí. Sitios que ya conozco más que
de sobra, pero a los que nunca me cansaría de volver y que forman parte de mi
pequeño mundo personal.
Mientras decido que fecha será la
más idónea para hacer mi próximo viaje a Inglaterra, y hasta que me lance a comprar
el billete, me apetecía un poco de UK sin tener que coger aviones. Así que M y
yo nos montamos en el coche y nos
echamos a la carretera. Casi tres horas después llegamos a nuestro querido y a
la misma vez polémico Gibraltar. En
plena resaca post-Brexit y con la libra un poco más baja de su valor habitual,
M y yo cruzamos la frontera a pie tras aguardar una pequeña cola para la aduana
y la documentación, nos subimos a uno de esos autobuses rojos de dos plantas
que tanto nos gustan y nos adentramos en esa pequeña ciudad que es Gibraltar, a
la que vemos más grande cada vez que vamos.
#Gibraltarmeanschocolateandsweets,
fue uno de los hashtags que utilicé aquel día para alguna foto que subí a mi
cuenta de Instagram porque es que no puede ser más verdad. Realmente, cada
visita que hago a Gibraltar gira en torno a que a última hora de la tarde,
cuando decida regresar, habrá una parada obligatoria en el hipermercado
Morrison’s para surtirme de smarties, de Vitamin Water con sabor a pitaya, de
coleslaw, de pastel de ruibarbo ( que
esta vez no tenían…) y de chocolate Cadbury en sus sabores y variedades más
locas… Porque no siempre soy buena, y porque entre toda la comida sana que tomo
diariamente tienen cabida algunos trozos de chocolate.
Pero como os digo, Morrison’s
queda para el final. Por no cargar durante todo el día con las bolsas de las
compras, y por inteligencia principalmente ya que si fuera la primera parada,
os puedo asegurar que empezaría a comer dulces allí mismo y no descubriría
ningún foodie lugar para contaros. ¡Y no queremos eso!
Alguien que se sentó cerca de mí
en ese autobús rojo de dos plantas que transporta a la gente desde la frontera
hasta Gibraltar le mencionaba a su acompañante que tenían que estar de vuelta
en La Línea de la Concepción para la hora de comer, porque ahí dentro se come fatal…
Amigo desconocido del autobús
rojo, haga usted lo que le plazca, faltaría más. Pero ahí dentro no se come
fatal. Puede comer igual de bien o igual de mal que en cualquier otra parte del
mundo, pero nunca fatal. Comerá usted comida y platos ingleses, y no serán
fatales. Serán diferentes a lo que se acostumbre por donde usted viva, y explorar nunca ha
sido una fatalidad. Y para muestra, The Horseshoe.
La auténtica tasca, inglesa por
supuesto. El equivalente en Sevilla al típico bar con el interior forrado de
azulejos, la barra donde el camarero te apunta la cuenta con tiza y donde el
olor a gambas frescas y a fritura de la cocina lo invade todo. Así que todo
apuntaba a que estaba en el lugar correcto! Sólo que aquí no hay azulejos sino
madera, y a las gambas, el jamón y el
queso se las sustituyen por otros manjares:
Desayuno Inglés para M
Con salchichas, huevo, beans…. Porque
cualquier hora es buena para desayunar, y más si trata de un auténtico desayuno
inglés como este.
Quiche de espinacas para mí
Con patata asada, a la cual vestí con mayonesa y ensalada para
acompañar. Aunque había un montón más para elegir: Brown sauce, mostaza,
tártara… pero para mí las patatas con mayonesa tienen algo especial, y no quise
resistirme!
Y ahora sí…ahora vayamos a por chocolaaaaateeeee….
….. y a por el resto de
provisiones, que el camino de vuelta a Sevilla
es largo y estamos de vacaciones. Concedámonos todos algunos caprichos!
The Horseshoe
164 Main St, Gibraltar
GX11 1AA
Gibraltar
No hay comentarios:
Publicar un comentario